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viernes, 3 de enero de 2014

"EL PAPEL DEL CAPITAL", en la Primera Revolución Industrial. Phyllis Deane

En el periodo que va de la década de 1830 a la de 1860, la industria y el comercio británicos disponían de una vasta cantidad de capital, en algunos momentos superior al que la economía podía asimilar con eficacia.
Si el país pudo crear nuevo capital en la escala en que lo hizo fue porque algunos de sus ciudadanos estuvieron dispuestos u obligados a abstenerse de consumir la totalidad de sus rentas en la cantidad correspondiente.
Ahora bien, en los años 1840 Gran Bretaña no era, en modo alguno, un país rico.
El gobierno se dedicó a fomentar el ahorro obrero desde la década de 1790.
Es evidente que los ahorros personales de los obreros no eran lo bastante grandes como para nutrir las necesidades de capital industrial y comercial de la economía inglesa, tampoco el gobierno fue una importante fuente de capital, ni siquiera  de capital social fijo en forma de carreteras, puentes y puertos.
El profesor Earl Hamilton argumentó que no era solo que la inflación la que creo ahorro forzoso al poner los beneficios extraordinarios en manos de los inversores potenciales, sino también, que al permitir esperar una elevación continua de los precios constituyó un incentivo para que los industriales siguiesen invirtiendo.
Los banqueros y los comerciantes de la ciudad podían utilizar los recursos ociosos de la nobleza rural o de los emigrantes vueltos de la india enriquecidos para financiar el comercio y, a través de esto suministrar a los industriales parte del capital que necesitaban, existen pocas pruebas de que el capital industrial procediese de los ahorros de los comerciantes o de los terratenientes excepto en los casos de transferencia impersonal.
En la practica, los innovadores utilizaron sus propios recursos o los de los amigos y parientes.
El rasgo principal del mercado de capital ingles hasta 1850 fue su extrema imperfección, hasta cierto punto que esta imperfección del mercado de capital era un problema institucional. Hasta que la Joint Stock Company Act de 1856 estableció la responsabilidad limitada, la empresa  por acciones fue una forma  de organización mas bien rara. 
La unidad de producción característica era la empresa familiar, y el ahorrador característico era el miembro de la familia o un amigo de esta. Sin embargo empezaba a surgir una clase de ahorradores dispuestos a invertir en sectores que no conocían personalmente.
¿cómo se financio la acumulación de capital de la revolución industrial?
La puesta en marcha de una fábrica o de un taller siderúrgico eran inversiones que requerían decenas de miles de libras de capital fijo. En condiciones normales, los inversores podían esperar devolver la cantidad inicial a los pocos años de haberla pedido prestada. Un inversor o un empresario reputados, con un pequeño capital propio y una innovación que contase con una demanda evidente podía esperar obtener los fondos necesarios para iniciar el negocio con préstamos de los parientes y amigos o de otras empresas fuertemente interesadas en el éxito de la suya. Con el ferrocarril el proceso fue diferente, existía la inversión inmediata  de centenares de miles de libras en instalaciones que quizás no empezarían a dar beneficios hasta a cabo de muchos años y que quizás requerían mas inversiones de capital antes de empezar a funcionar. Para obtener fondos a esta escala el promotor de ferrocarriles tenia que disponer de una amplia reserva de ahorro y poder recurrir a ella tantas veces como fuese necesario. Para ello se exigía la empresa corporativa y la emisión pública de acciones libremente transferibles. Se pudo disponer  de un enorme capital social fijo en forma de canales, ferrocarriles, iluminación de calles, etc., porque sus promotores pudieron utilizar la masa de ahorros personales e institucionales existentes en una economía que ya había empezado a industrializarse y a desarrollarse. En un primer momento, fueron el Gobierno, los canales y los ferrocarriles los que pudieron aprovechar los ahorros de los inversores no participantes. mas tarde, los gobiernos y las compañías ferroviarias del extranjero pudieron recurrir a la misma fuente, en parte porque existía ya el precedente y se habían creado las instituciones necesarias.



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